jueves, 14 de julio de 2011

San Buenaventura conoció a dos de los más grandes santos del mundo: San Francisco de Asís y Santo Tomás de Aquino.

San Buenaventura conoció a dos de los más grandes santos del mundo: 
San Francisco de Asís y Santo Tomás de Aquino.    De joven, San Francisco lo curó de una grave enfermedad. Luego, mientras estudiaba en la Universidad de París, se hizo amigo de Tomás de Aquino. Ambos recibieron al mismo tiempo su graduación como doctores en teología. Dado que sabemos que eran amigos, podemos suponer que ambos grandes santos compartirían y hablarían a menudo de su fe. Se hicieron amigos espirituales así como compañeros sociales.  
Hablar de la fe con un amigo espiritual puede ser un gran consuelo. Nuestros amigos pueden reforzamos en momentos de prueba y animamos en tiempos de duda. Pueden dar brillantez a nuestras vidas y hacer que resulte más fácil de andar el camino hacia la madurez espiritual.

Oremos

Dios todopoderoso, al celebrar hoy la festividad del obispo San Buenaventura, te pedimos nos concedas saber aprovechar sus preclaras enseñanzas e imitar su ardiente amor hacia ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado

Evangelio según San Mateo 12,1-8.
En aquel tiempo, Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas. 
Al ver esto, los fariseos le dijeron: "Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado". 
Pero él les respondió: "¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, 
cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes? 
¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta? 
Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. 
Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes. 
Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado". 

lunes, 11 de julio de 2011

SAN BENITO, abad, patrono principal de Europa (Fiesta)

Lecturas

Proverbios 2, 1-9


Hijo mío, si recibes mis palabras y guardas contigo mis mandamientos, prestando oído a la sabiduría e inclinando tu corazón al entendimiento; si llamas a la inteligencia y elevas tu voz hacia el entendimiento, si la buscas como si fuera plata y la exploras como un tesoro, entonces comprenderás el temor del Señor y encontrarás la ciencia de Dios. Porque el Señor da la sabiduría, de su boca proceden la ciencia y la inteligencia. El reserva su auxilio para los hombres rectos, es un escudo para los que caminan con integridad; él protege los senderos de la equidad y cuida el camino de sus fieles. Entonces comprenderás la justicia y la equidad, la rectitud y todas las sendas del bien.

Salmo: 34 (33), 2-3.4-5.6-7.8-9.10-11.

Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor; que lo oigan los humildes y se alegren.
Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: él me respondió y me libró de todos mis temores.
Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor: él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
El Angel del Señor acampa en torno de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los que en él se refugian!
Teman al Señor, todos sus santos, porque nada faltará a los que lo temen.
Los ricos se empobrecen y sufren hambre, pero los que buscan al Señor no carecen de nada.

Evangelio según San Mateo 19, 27-29.


Pedro, tomando la palabra, dijo a Jesús: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.


comentario del Evangelio por
Papa Benedicto XVIAudiencia general del 09/04/08 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)

San Benito, patrono de Europa

Hoy voy a hablar de san Benito, fundador del monacato occidental y también patrono de mi pontificado. Comienzo citando una frase de san Gregorio Magno que, refiriéndose a san Benito, dice: «Este hombre de Dios, que brilló sobre esta tierra con tantos milagros, no resplandeció menos por la elocuencia con la que supo exponer su doctrina» (Dial. II, 36). El gran Papa escribió estas palabras en el año 592; el santo monje había muerto cincuenta años antes y todavía seguía vivo en la memoria de la gente y sobre todo en la floreciente Orden religiosa que fundó. San Benito de Nursia, con su vida y su obra, ejerció una influencia fundamental en el desarrollo de la civilización y de la cultura europea.
        Entre los siglos V y VI, el mundo sufría una tremenda crisis de valores y de instituciones, provocada por el derrumbamiento del Imperio Romano, por la invasión de los nuevos pueblos y por la decadencia de las costumbres. Al presentar a san Benito como «astro luminoso», san Gregorio quería indicar en esta tremenda situación, precisamente aquí, en esta ciudad de Roma, el camino de salida de la «noche oscura de la historia» (cf. Juan Pablo II. De hecho, la obra del santo, y en especial su Regla, fueron una auténtica levadura espiritual, que cambió, con el paso de los siglos, mucho más allá de los confines de su patria y de su época, el rostro de Europa, suscitando tras la caída de la unidad política creada por el Imperio Romano una nueva unidad espiritual y cultural, la de la fe cristiana compartida por los pueblos del continente. De este modo nació la realidad que llamamos «Europa».

Convertirse y volverse al Señor

Evangelio según San Mateo 11,20-24.
Entonces Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido. 
"¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza. 
Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. 
Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Porque si los milagros realizados en ti se hubieran hecho en Sodoma, esa ciudad aún existiría. 
Yo les aseguro que, en el día del Juicio, la tierra de Sodoma será tratada menos rigurosamente que tú".