O Maestro, Cristo nuestro Dios, Rey de las edades, creador de todas las cosas; Yo te agradezco por todos los favores que tu me has concedido, y por haberme dado tus puros misterios dadores de vida.
Yo te suplico, O Dios lleno de gracia, quien amas a la humanidad, mantenme bajo tu protección y bajo la sombra de tus alas; concede que hasta mi último aliento, Yo pueda dignamente recibir tus Santos Misterios con una conciencia clara para la remisión de mis pecados y para la vida eterna.
Porque tú eres el Pan de la Vida, la fuente de la santidad, y el proveedor de todas las gracias, y nosotros te glorificamos junto con el Padre, y tu Espíritu Santo, ahora y siempre, y para siempre. Amén.
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